martes, 21 de octubre de 2014

te compro una hora

El niño tenía once años. El niño era estudioso, normal y cariñoso con sus padres. Pero el niño le daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho, lo ganaba bien y estaba todo el día en sus negocios. El hijo le admiraba porque "tenía un buen puesto". 

Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama: 
– Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?. 
– Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, dos mil pesos. ¿Por qué? 
– Quería saberlo. 
– Bueno, duerme. 

Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía mil quinientas pesos. Y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño: 
– Papá, dame quinientas pesos que me hacen falta para una cosa muy importante... 
– ¿Muy importante, muy importante? Tómalas y duerme. 
– No, papá, espera. Mira. Tengo dos mil pesetas. Tómalas. ¡Te compro una hora! Tengo ganas de estar contigo. De hablar contigo. A veces me siento muy solo. Y tengo envidia de otros chicos que hablan con su padre... 
El padre le abrazó. 

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